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CARTA DE NUESTRA CANTINERA 2023 - LAURA SÁNCHEZ DEL CAMPO CARRANZA

Y de pronto, había llegado, el verano con el que tantos años había soñado, el que tantas comidas familiares había protagonizado, el que mis amigas tanto habían planificado. El verano en el que dejaría a un lado la vergüenza que me caracteriza, para intentar hacer realidad una de las ilusiones de mi vida, ser cantinera de la Compañía Mixta en 2023.


Tras unas semanas de nervios, emoción, incertidumbre, ilusión, y vértigo por estar a la altura, si todo salía como deseábamos, se hicieron las cinco de la tarde del 5 de agosto de 2023, fecha señalada desde hacía muchos años en nuestros calendarios.


Allí estaba, con mi madre, mis abuelas, mis mejores amigas, mi tía Susana, Ainara Salterain, Elena Pereira, María San Juan, Ana Barón y Cristina Lozano, en mi sitio favorito, la terraza de mis abuelos. Se esperaba una asamblea larga, pues había algunas votaciones que hacer antes de la elección de cantinera, por lo que Jorge Avilés cronometró el tiempo que tardaron en votar todos los asistentes el primer punto y el tiempo de recuento, para hacernos la espera más amena a todas y saber exactamente cuándo sabríamos algo.


Empiezan a llegar los primeros mensajes, Papá ya está presentándome… y en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba. Era cantinera de la Compañía Mixta.


Con los nervios a flor de piel y aún sin creérmelo, mi madre movilizó a todas mis amigas para que bajasen a comprar bebida, mientras el resto despejamos el salón esperando la llegada de los mandos. Fue entonces, cuando llegó mi padre con mis hermanos y Luis, y al verlos a los cuatro con los ojos vidriosos, cuando fui plenamente consciente de que mi sueño no había hecho más que empezar.


Al día siguiente ya nos pusimos en marcha, quedé con Antonio para desayunar y que me pusiera al día de los pasos a seguir a partir de ahora, me acompañó al Parador, dónde por fin conocería a las niñas con las que iba a compartir uno de los días más felices de mi vida, el resto de cantineras.


Los días fueron pasando y con ellos fuimos cerrando todos los preparativos, modista, botas, peluquería, maquillaje, boinas, banda, entrevistas, sesiones de fotos… Días en los que no me pude sentir más arropada por todo el pueblo, desde personas que conocía y que me han visto crecer hasta otras que no había visto nunca. El cariño, el apoyo, la ilusión y los consejos de todos ellos marcaron el verano más importante de mi vida.


Agosto pasó volando entre tantos preparativos y celebraciones, y llegaron los ensayos. Días en los que sentí todavía más cariño y emoción. Fueron 4 días trepidantes, donde mi amiga Cas fue mi mano derecha, menuda ayuda con los peinados. Y aunque los ensayos no son el Alarde, desde luego, como preparativo son maravillosos, un pequeño Alarde. El cariño que había recibido desde el momento de mi elección, en los ensayos se multiplicó, al igual que mis nervios. Es cierto que el tiempo no nos acompañó en buena parte de ellos, pero es que el sol se estaba reservando por el día 8.


Y qué decir de la cena de la cantinera, otro momento inolvidable, no faltó nadie de mi familia, abuelas, padres, hermanos, tíos, primos y, por supuesto, mis amigos. Qué más se puede pedir.


El día 6 fue tan especial…Sentirme arropada por todo el pueblo desde el Bidasoa hasta la Plaza Guipúzcoa, una más con el resto de cantineras, subirme a la carroza y ver mi ilusión reflejada en mi familia y amigos, incluso vinieron algunos de Madrid, que ni siquiera conocían Fuenterrabía, tan emocionados como yo, sabiendo lo que significaba para mí, que me siguieron durante todo el recorrido.


La mañana del 7 un no parar, dejar todo preparado para el gran día, con Mamá y Elena Pereira a los mandos, todos fuimos ultimando detalles de decoración y organización en Barealde y Bixkundi.


Y llega el día 8, son las 3 de la mañana, y aun sin ser plenamente consciente del día que tenía por delante, escribo a mis amigas, que esperaban, incluso más nerviosas que yo, desde hacía horas en la calle Mayor. Bajo al pueblo y allí me esperan Mónica y Ainhoa, ilusionadas por la llegada del gran día, para peinarme y maquillarme.


Subiendo a casa, para terminar de prepararme, recibimos un mensaje de Papá que me pone la piel de gallina y despierta las primeras emociones. Al llegar, veo a Mireia y su familia en la terraza. Nos miramos y observo que comparte la misma emoción y nervios que yo, hablamos y nos transmitimos mutuamente tranquilidad, y a disfrutar.


Luego llegó Ainara y entre Mamá y ella comenzamos a vestirme, un poco después ya estaba allí también mi prima Adri, y que suerte poder decir que me ayudaron a vestirme las tres cantineras más especiales, para mí, de la Compañía Mixta.


Mientras terminábamos de vestirme, empezó a llegar gente a Barealde, para poner a punto el desayuno, y hacer que todo saliera perfecto. Fue increíble sentir el cariño y la ilusión de todos.


Ya vestida, con Mamá, frente al espejo, las primeras lagrimas del día caen sobre mis mejillas. Empiezan a llegar mis amigas, que esperan ansiosas en el jardín con una sonrisa de oreja a oreja y una emoción difícil de describir con palabras. Akartegui recoge a Mireia, y mis nervios se disparan, no queda nada para que llegue la Compañía.






Estoy con mi hermano Juan, en el salón de casa de la abuela, como hace 29 años esperaba Mamá, con las piernas temblando y los ojos más brillantes que nunca, empezamos a escuchar las marchas, ya estaba allí la Compañía. Salgo a la terraza y escucho mi primer ¡¡Viva la Cantinera!! del día, e iba dirigido para mí, un sueño hecho realidad.


Llegamos al Árbol de Gernika, y entre los nervios y la emoción, todavía no me creo estar allí, en medio de la Compañía, dejándome llevar por la música y disfrutando de cada paso y cada sonrisa. La espera es larga, pero a mí se me pasa el tiempo volando, entre fotos y felicitaciones.


Son poco antes de las 9 de la mañana y salen los Hatxeros, no queda nada. Van saliendo el resto de compañías y llega nuestro turno. Comienza la subida a la Calle Mayor de la mañana, uno de los momentos más esperados. Pasamos el arco de Santa María y empiezo a escuchar el Titibiliti, no me lo creo, estoy cumpliendo un sueño. La calle Mayor está bañada de blanco, rojo e ilusión, y abrumada por el cariño, los gritos y los aplausos, comenzamos a subir.


La subida, acompañada de mi padre y mi hermano Álvaro, fue como estar en una nube. Llegar a la altura del petril y verlo repleto de caras conocidas, felices y emocionadas, viviendo ese momento como si fuera suyo también. Justo enfrente de la Parroquia, en un balcón, estaba Mamá, radiante, feliz y más orgullosa que nunca. A la derecha, en nuestro sitio, mi grupo, y, una vez arriba, en la Plaza de Armas, en el balcón de los Deleito, mis abuelas.


El día se mantiene con un sol espectacular, hace calor, desfilamos la mañana y rompan filas en Saindua, ni en mis mejores sueños podía imaginarme exactamente lo que es ser la Cantinera de la Compañía Mixta. Subimos al bus, tengo sitio guardado, este año no tengo que buscar cómo subir a Guadalupe, y entramos en la ermita, estoy casi deshidratada, pero Mamá, que está en todo, tiene preparada una botella de agua, que bebo de un trago.


Cumplimos el voto y durante la celebración, voy recordando todo lo vivido, no sólo durante la mañana, sino durante el verano, y doy gracias a la Virgen de Guadalupe por haber podido disfrutar de estos momentos, y todavía queda el desfile por la campa y la tarde, no quiero que acabe nunca.


Bajamos de Guadalupe y nos espera en Bixkundi, mano de obra cualificada para hacer bocadillos, todos mis amigos y amigos de mis padres dispuestos a preparar 1.200 bocadillos en un tiempo récord.


Ahora, acompañada de mi padre y mi hermano Juan y con las pilas cargadas, comienzo la tarde, todavía con más ganas de ver que nos depara. Una Marina abarrotada de gente me acoge con los brazos abiertos y aún más emoción que por la mañana si se puede. La subida de la tarde a la calle Mayor fue una auténtica locura, todo el griterío, la ilusión y la euforia de la mañana, multiplicada por diez, sumado a un momento del Alarde que no había vivido nunca, y la sorpresa de encontrarme, esta vez sí, a todas mis amigas en nuestro sitio, la convirtieron en uno de los momentos más especiales del día.


La espera en la Plaza de Armas, muy emocionante, nos reunimos los cuatro, Papá, Juan, Álvaro y yo, sólo falta Mamá, la echamos de menos, estaba con la intendencia de la fiesta, comentamos el día y nos emocionamos, el día se acaba, pero la emoción se mantiene. Mucho cariño de los miembros de la Compañía, mis amigos, mi tío Javier y mi primo Nico, Jorge Avilés y Nacho Carrascal, se acercan y me felicitan. Por momentos, no puedo aguantar no llorar, la subida de la calle Mayor ha sido espectacular y revivirla me abruma. Entre tanta emoción, Joxemi, Capitán de Olearso y amigo de Papá, me dice una frase que se me queda grabada: “pena porque se acabe ninguna, ya para siempre, Laura, a partir de ahora siempre vas a ser cantinera”. Cierto, siempre seré la cantinera de la Compañía Mixta de 2023.


Y llega un momento agridulce, muy esperado, pero también pena porque el día 8 se acaba, el zapatero. Junto con Juan y Álvaro, fue la mejor forma de terminar el Alarde. Una vez abajo, la vuelta a casa no pudo ser más especial, Papá y Juan, pendientes en todo momento de mí, buscaron a mis primos, Ignacio y Diego, a mi tío Javier y a mis amigos, y me dieron la oportunidad de desfilar un ratito con cada uno. Llegamos a casa, descarga y empieza la mejor fiesta de mi vida.


Gracias, gracias y mil veces gracias a todas y cada una de las personas que estáis leyendo estas líneas, por hacer del día 8 de septiembre de 2023, el mejor día de mi vida.


Y gracias en particular, a mis padres, por inculcarme desde pequeña este sentimiento por el Alarde, por desvivirse por mi siempre, y por su esfuerzo y dedicación por verme cumplir un sueño.


Gracias a mis abuelas, porque todo esto no habría sido posible sin ellas.


Gracias a mis hermanos, por vivirlo todo con la misma ilusión que yo, y por hacer el mejor equipo los tres juntos.


Gracias a Antonio Izquierdo y a toda la comisión de mandos, por arroparme tanto y por su trabajo para que todo saliera tan bien.


Gracias a mi prima Adri, por su disposición, su tiempo y sus consejos.


Gracias a todos mis tíos y primos, por su ayuda en todo momento y acompañarme en este día. Gracias a Ainara, Sus y Elena, por ser mis segundas madres, y la mano derecha de Mamá y Papá.


Gracias a los Cajigas y los Uribarri, por hacerlo todo siempre tan especial.


Gracias a los Deleito por haberme hecho sentir una más de la familia y haber vivido con tanta emoción este Alarde.


Y por supuesto, gracias a mi grupo, a todos y cada uno de mis amigos, por ser un regalo siempre.


Esto es el Alarde de Fuenterrabía, la rubia, la ondina, la novia del mar.


¡VIVA LA VIRGEN DE GUADALUPE! ¡VIVA LA MIXTA! Un beso muy fuerte,


Laura Sánchez del Campo Carranza.



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